sábado, 22 de noviembre de 2008

¿Que es el Pecado?

La palabra “pecado” se encuentra cientos de veces tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamentos de la Biblia. La primera vez que se la menciona es en Génesis 4:7, donde se dice que estaba al acecho a la puerta del primer asesino del mundo, Caín; así la segunda referencia la encontramos en Génesis 15:8 donde causa la violenta destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra. Y la última referencia a la palabra “pecado” se la puede hallar en Apocalipsis 18:5, donde invoca a la ira total de un Dios encolerizado sobre los sistemas económicos y políticos de todo el orbe.
Dios odia el pecado, razón por la cual este es una asunto que produce la muerte del que cae en él. En la Biblia hay dos palabras en el Nuevo Testamento griego que definen el pecado:

A). HAMARTEMA (“Errar en el blanco”). Aquí el pecado puede ser contemplado como cualquier actitud humana errada o desviada de su correcta dirección.

B). PARABASIS (“Traspasar una línea prohibida”). Esta definición de lo que es pecado, ocurre cuando el hombre pasa deliberadamente o accidentalmente la línea de la Ley de Dios. En 1 Juan 3:4 encontramos esta definición con estas solemnes palabras: “Y todo aquel que comete pecado, infringe también la ley, pues el pecado es infracción de la ley.” También Hechos 1:25 y Santiago 2:11 hablan de esa INFRACCIÓN de la Ley de Dios.

El pecado es la carencia de conformidad con las leyes éticas de Dios. Es una transgresión a la ley divina o una disconformidad hacia esa ley. También se puede considerar pecado a cualquier cosa o acción que no expresa el carácter santo de Dios.

Origen del Pecado

La tradición cristiana sostiene que antes de la creación de nuestro planeta, y de las criaturas que habitan en ella, una criatura angelical poderosa llamada LUCERO o LUCIFER condujo una maléfica rebelión fracasada contra Dios y Su autoridad, e introdujo en el universo un elemento malvado desconocido hasta entonces llamado PECADO. LUCERO se convirtió en diabolos (“Diablo”), siendo así la fuente y el poder del pecado (Ver Ezequiel 28:11-19; Isaías 14:12-15; Lucas 10:18; 1 Juan 3:8; Apocalipsis 12:3-4.

El Pecado de Adán y Eva

“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: de todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de el comieres ciertamente morirás.” (Génesis 2:16-17). Pero en Génesis 3:6 leemos que Adán y su esposa pecaron al entrarles la codicia y el deseo de ser como Dios, conocedores del bien y del mal. Su pecado fue la desobediencia a la ley de Dios acerca de no comer del “fruto prohibido”. Por eso Pablo enseña que por causa de Adán todos los hombres mueren (Romanos 5:12).

Satanás propuso a los primeros padres a que siguieran su mismo camino de independencia de Dios. Esto significaba apartarse de Su voluntad y de Sus planes. La ambición, la codicia, y el orgullo impíos, desgraciaron a la primera pareja humana como a Satanás.

Dos Caminos de Vida


Un camino de vida es el de estar de acuerdo con la voluntad de Dios. Ese fue el deseo original de Dios para con el hombre. El otro camino consiste en rechazar y abandonar al Creador y rebelarse contra su voluntad y autoridad. Esta última filosofía es de inspiración diabólica, satánica, mortal, destructiva.
Jesús habló que hay dos caminos: Uno ancho, que conduce a la perdición; y el otro---angosto---que conduce a la vida (Mateo 6:13,14). Por cierto que el camino ancho representa a la vida sin restricciones, sin privaciones, sin leyes, sin prohibiciones, y sin Dios. En cambio, el camino angosto es el sendero de la renunciación, de la privación, de la negación del “EGO”, de la sujeción a Dios y a Sus leyes éticas. Pero Jesús es enfático al decir que la puerta y el camino angostos son los que conducen a la vida. En otras palabras, la vida de pecado es muerte (Leer Romanos 6:21), mas la vida santa equivale a la vida eterna en el reino de Cristo. Por eso Jesús dice: “De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.” (Lucas 18:29,30).

Todos Hemos pecado



No hay ningún hombre o mujer que pueda afirmar que nunca ha pecado, pues todos hemos ofendido a Dios con actos o pensamientos pecaminosos (Romanos 3: 9-18). Pero Dios quiere que el hombre sea perdonado de sus pecados pasados, y restituirlo a Su presencia. La Parábola del Hijo Pródigo es un buen ejemplo de ese deseo divino para con los pecadores (Lucas 15:11-32).

Jesús no vino a condenar sino a perdonar a los pecadores arrepentidos. Él tampoco condenó a la prostituta que fue descubierta en el acto mismo, sino que le dijo: “Ni yo te condeno; vete y no peques más.” (Juan 8:11). ¡Qué tal bondad del Señor hacia el pecador! Pero eso sí, ¡NO DEBE SEGUIR PECANDO!, pues su bondad se convertirá en severidad.

La Permanente Táctica Satánica

El Diablo (“La Serpiente”) sembró en la mente del hombre las semillas de la desconfianza y de la incredulidad. La intención de Satanás fue hacer caer a Adán como cabeza del pacto, sin embargo se dirigió a Eva, porque ella no era la cabeza y por lo tanto no tendría el mismo sentido de responsabilidad. Ella no había recibido el mandato directamente de Dios sino en forma indirecta, y en consecuencia, sería más susceptible al argumento diabólico y a la duda.
El procedimiento o táctica del Diablo es claro: Primero, siembra la semilla de la duda, al poner en discusión la buena intención de Dios y sugiriendo que Su mandato es un atropello a la libertad y a los derechos del hombre. Como la semilla ya tenía raíz, añade las semillas de la incredulidad y del orgullo, negando que la trasgresión a la ley divina tuviera que resultar necesariamente en la muerte. Además, afirma que comiendo del “árbol prohibido” se volverían como Dios. ¡El mismo deseo que tuvo LUCERO cuando cayó en pecado! (comparar Génesis 3:5 con Isaías 14:12-15). Así, las grandes esperanzas engendradas en Eva de ser una diosa con su esposo, la indujeron a mirar codiciosamente el “árbol prohibido” y sus frutos. Así la tentación dio como fruto el pecado, y éste la muerte de la primera pareja humana. Obviamente la tentación no es pecado, pero si lo es cuando obedecemos a la tentación y caemos por su seducción.

El diablo pinta al pecado como al bello, agradable, e inocuo. Claro, el pecado tiene sus sensaciones agradables al principio, pero después dará su fruto---¡La muerte! Satanás es un gran estratega, y un ser maquiavélico en extremo. El es el gran engañador y seductor. Él usa la Publicidad para propagar sus mentiras. Él le hace creer que tomar cierto tipo de licor, o cierta marca de cigarrillos lo convertirá en un “Dandy”, cuando en realidad usted se podrá convertir en un esclavo de vicios mortales.
El Diablo le seducirá a usted a ser un “hombre de mundo” y lo inducirá a la ambición desmedida o a la codicia. Él le dirá que para tener éxito en la vida, tendrá que ser un hombre atractivo a las mujeres, ostentar dinero, carros lujosos, ropa exclusiva, y cosas como éstas. También le dirá que “la vida es una sola” y que hay que “sacarle el jugo mientras que se pueda”. Le dirá que no hay Dios, sino sólo usted. Él lo ensoberbecerá haciéndole creer que usted es lo más importante del mundo, el más inteligente, el más sabio, el más bueno y justo de la tierra.
También el diablo le hará creer que usted no fue creado por nadie sino que vino por azar en el proceso de la evolución. Le hará creer que después de esta vida no hay otra, o en el mejor de los casos, que seguirá reencarnando en otros seres hasta llegar a ser perfecto. Él le dirá que no existe un cielo y un infierno; un premio y un castigo; que todo es relativo, y que no hay absolutos.

Hacer lo Bueno


Santiago escribió: “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.” (4:17). Es claro que para no pecar hay que hacer el bien que Dios nos enseña a través de Su Palabra. “La ley de Dios es santa, justa y buena”, dijo Pablo (Romanos 7:12). Por tanto, ¡tenemos hacer como dice la ley de Dios! “Porque: El que quiere amar la vida y ver buenos días, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz y sígala. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.” (1 Pedro 3:10-12). “Apártate del mal, y haz el bien, Y vivirás para siempre. Porque Jehová ama la rectitud, y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; mas la descendencia de los impíos será destruida” (Salmo 37:27-28). “No te niegues a hacer el bien a quien es debido, Cuando tuvieres poder para hacerlo. No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, y mañana te daré, cuando tienes contigo qué darle.” (Proverbios 3:27,28). “El cual (Dios) pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que perseverando en bien hacer...” (Romanos 2:6,7). “Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos...que echen mano a la vida eterna.” (1 Timoteo 6:18,19). “Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien.” (2 Tesalonicenses 3:13).

Hijos del Diablo

Jesús dijo a los fariseos hipócritas que lo querían matar: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” (Juan 8:44). Y San Juan mismo escribe en su Epístola Primera: “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.” (3:8).
Es claro que los pecadores impenitentes son hijos del diablo. Este ángel caído sugestiona a los hombres y los induce a la desobediencia a Dios. Eso ya lo explicamos arriba. Lo cierto es que los pecadores no saben que están siendo manipulados por el diablo mismo. Ellos están haciendo lo que el diablo les sugiere por los diferentes medios que él dispone. Por eso Santiago nos aconseja claramente: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” (4:7). ¿Está usted dispuesto a someterse o rendirse a Dios para hacer lo que Él manda? ¡Es la única forma para que el diablo no lo manipule!.

¿Cree Usted que No Merece Ser Perdonado por Dios?


El diablo ha hecho creer a muchos pecadores que ya no tienen el perdón de Dios. Este maléfico ser es el “Acusador de los hermanos” (Apocalipsis 12:10), el que se presenta ante Dios para señalar a los pecadores. Pero aunque usted o cualquiera haya cometido horrendos pecados---¡Dios los perdonará y los olvidará! Mire usted lo que Dios dice a través de su vocero Isaías, el profeta: “Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” (Isaías 1:16-18). Y finalmente Jesús dijo: “Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.” (Lucas 18:27).

Como puede ver, Dios está dispuesto a perdonarlo si es que usted decide arrepentirse de todo corazón de todos sus pecados. Usted deberá confesarlos a Dios declarando sus pecados con sus nombres, por ejemplo: Fornicación, adulterio, borrachera, homosexualidad, hurto, estafa, mentira, asesinato, idolatría, codicia, odio, envidia, etc. Pero primero usted tendrá que creer en el evangelio de Cristo, el cual lo motivará al arrepentimiento verdadero. Cuando uno oye el evangelio del Señor Jesucristo uno empieza a comprender cuán grande ha sido su impiedad y su vida mundana. Ello lo impulsará a usted a aceptar su pecado o pecados, arrepentirse, y finalmente bautizarse para pertenecer a la iglesia de Dios ( Leer Hechos 2:37-42). ¡Dios le bendiga en su decisión por Él!

Epistola de Policarpo a los Filipenses



Policarpo y los presbíteros que están con él a la Iglesia de Dios que reside en Filipos; misericordia a vosotros y paz del Dios Todopoderoso y Jesucristo nuestro Salvador os sea multiplicada.

I. Me gocé en gran manera con vosotros en nuestro Señor Jesucristo, por el hecho de que recibisteis a los seguidores del verdadero Amor y los escoltasteis en su camino, como os correspondía hacer —hombres puestos en santas cadenas que son las diademas de los que son verdaderamente escogidos por Dios y nuestro Señor— y que la firme raíz de vuestra fe, cuya fama llega a los tiempos primitivos, permanece aún ahora y lleva fruto para nuestro Señor Jesucristo, que sufrió para hacer frente incluso a la muerte por nuestros pecados, a quien Dios levantó, habiendo soltado de los dolores del Hades, a quien amáis sin haberle visto, con gozo inefable y glorioso; en cuyo gozo muchos desean entrar; por cuanto vosotros sabéis que es por gracia que somos salvos, no por obras, sino por la voluntad de Dios por medio de Jesucristo.

II. Por lo cual ceñid vuestros lomos y servid a Dios con temor y verdad, abandonando las parlerías vanas y vacías y el error de muchos, porque habéis creído en Aquel que levantó a nuestros Señor Jesucristo de los muertos y le dio gloria y un trono a su diestra; al cual fueron sometidas todas las cosas en el cielo y en la tierra; al cual toda criatura que tiene aliento sirve; que viene como juez de los vivos y los muertos; cuya sangre Dios requerirá de todos los que le son desobedientes. Ahora bien, el que le levantó a Él de los muertos nos levantará también a nosotros; si hacemos su voluntad y andamos en sus mandamientos y amamos las cosas que El amó, absteniéndonos de toda injusticia, codicia, amor al dinero, hablar con malicia, falso testimonio; no devolviendo mal por mal o burlas por burlas, o golpe por golpe, o maldición por maldición; sino recordando las palabras que dijo el Señor cuando enseiió: No juzguéis, para que no seáis juzgados. Perdonad, y seréis perdonados. Tened misericordia, para que podáis recibir misericordia. Con la medida que medís, se os medirá a vosotros; y también: Bienaventurados los pobres y los que son perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de Dios.

III. Estas cosas os escribo, hermanos, con respecto a la justicia, no porque yo me impusiera esta carga, sino porque vosotros me invitasteis. Porque ni yo, ni hombre alguno, puede seguir la sabiduría del bienaventurado y glorioso Pablo, el cual, cuando estuvo entre vosotros, enseñó cara a cara a los hombres de aquel día la palabra de verdad con cuidado y certeza; y cuando estuvo ausente, os escribió una carta, en la cual, si la escudriñáis con diligencia, podréis ser edificados en la fe que se os ha dado, la cual es la madre de todos nosotros, en tanto que la esperanza sigue en pos y el amor va delante —amor hacia Dios y Cristo y hacia nuestro prójimo—. Porque si un hombre se ocupa de ello, ha cumplido los mandamientos de la justicia; porque el que ama está lejos de todo pecado.

IV. Pero el amor al dinero es el comienzo de todos los males. Sabiendo, pues, que no trajimos nada a este mundo ni tampoco nos llevaremos nada de él, aprestémonos con la armadura de la justicia, y enseñémonos primero a andar en el mandamiento del Señor; y luego nuestras esposas también, a andar en la fe que les ha sido dada y en amor y pureza, apreciando a sus propios esposos en toda verdad y amando a todos los hombres igualmente en toda castidad, y criando a sus hijos en el temor de Dios. Nuestras viudas deben ser sobrias en lo que se refiere a la fe del Señor, haciendo intercesión sin cesar por todos los hombres, absteniéndose de toda calumnia, de hablar con malicia, dar falso testimonio, amar el dinero y toda cosa mala, sabiendo que son el altar de Dios, y que todos los sacrificios son inspeccionados cuidadosamente, y nada escapa de Él, ni sus pensamientos ni las intenciones o alguna de las cosas secretas del corazon.

V. Sabiendo, pues, que de Dios nadie se mofa, deberíamos andar dignamente en su mandamiento y su gloria. De igual manera los diáconos deben ser intachables en la presencia de su justicia, como diáconos de Dios y Cristo y no de hombres; no calumniadores, ni con doblez de palabra, ni amantes del dinero, templados en todas las cosas, compasivos, diligentes, andando en conformidad con la verdad del Señor que se hizo ministro (diácono) de todos. Porque si le agradamos en este mundo presente, recibiremos también el mundo futuro, según Él nos prometió que nos levantaría de los muertos, y que si nos conducimos dignamente de Él, también reinaremos con Él si en verdad tenemos fe. De la misma manera también los jóvenes deben ser intachables en todas las cosas, cuidando de la pureza ante todo y apartándose de toda clase de mal. Porque es bueno refrenarse de las concupiscencias del mundo, porque toda concupiscencia batalla contra el Espíritu, y ni los fornicarios, ni los afeminados, ni los que se contaminan entre sí con hombres heredarán el reino de Dios, ni los que hacen cosas impropias. Por lo tanto es justo abstenerse de todas estas cosas, sometiéndoos a los presbíteros y diáconos como a Dios y a Cristo. Las vfrgenes deben andar en una conciencia inmaculada y pura.

VI. Y los presbíteros también deben ser compasivos, misericordiosos hacia los hombres, haciendo volver a las ovejas que se han extraviado, visitando a todos los enfermos, sin descuidar una viuda o un huérfano o un pobre: sino procurando hacer siempre lo que es honroso a la vista de Dios y de los hombres, absteniéndose de toda ira, acepción de personas, juicios injustos, apartándose de todo amor al dinero, no prontos a creer nada en contra de un hombre, sin enjuiciar precipitadamente, sabiendo que todos somos deudores de pecado. Si, pues, rogamos al Señor que nos perdone, nosotros deberíamos también perdonar: porque estamos delante de los ojos de nuestros Señor y Dios, y todos hemos de presentarnos ante el trono del juicio de Cristo, y cada uno tendrá que dar cuenta de sí. Por tanto, sirvámosle de tal modo con temor y toda reverencia, como Él mismo dio mandamiento y los apóstoles que os predicaron el Evangelio y los profetas que proclamaron con antelación la venida de nuestro Señor; siendo celosos en cuanto a lo que es bueno, absteniéndoos de ofensas y de los falsos hermanos y de los que llevan el nombre del Señor hipócritamente, que hacen descarriar a los necios.

VII. Porque todo el que no confiesa que Jesucristo ha venido en la carne, es anticristo; y todo el que no confiesa el testimonio de la cruz, es del diablo; y todo el que tergiversa las palabras del Señor para sus propios deseos carnales y dice que no hay resurrección ni juicio, este hombre es el primogénito de Satanás. Por lo tanto, abandonemos las acciones vanas de muchos y sus falsas enseñanzas, y volvamos a la palabra que nos ha sido entregada desde el principio, siendo sobrios en la oración y constantes en los ayunos, rogando al Dios omnisciente, con suplicaciones, que no nos deje caer en la tentación, según dijo el Señor: El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

VIII. Por tanto, mantengámonos sin cesar firmes en nuestra esperanza y en las arras de nuestra justicia, que es Jesucristo, el cual tomó nuestros pecados en su propio cuerpo sobre el madero, y no pecó, ni fue hallado engaño en su boca, sino que por amor a nosotros sufrió todas las cosas, para que pudiéramos vivir en Él. Por tanto seamos imitadores de su resistencia en los sufrimientos; y si sufrimos por amor a su nombre, glorifiquémosle. Porque Él nos dio este ejemplo en su propia persona, y nosotros lo hemos creído.

IX. Por tanto, os exhorto a todos a ser obedientes a la palabra de justicia y a soportarlo todo, según visteis con vuestros propios ojos en los bienaventurados Ignacio, Zósimo y Rufo, sí, y en los otros también que han venido a vosotros, así como en el mismo Pablo y en el resto de los apóstoles; estando persuadidos de que todos éstos no corrieron en vano, sino en fe y justicia, y que están en su lugar debido en la presencia del Señor, con el cual han sufrido también. Porque no amaron al mundo presente, sino a Aquel que murió por amor a nosotros y fue resucitado por Dios para nosotros.

X. Estad firmes, pues, en estas cosas y seguid el ejemplo del Señor, manteniéndoos firmes en la fe e inconmovibles, amad la fraternidad, y tened afecto los unos a los otros, adheridos a la verdad, previniéndoos los unos a los otros en la mansedumbre del Señor, sin despreciar a nadie. Cuando podáis hacer bien, no lo demoréis, porque la compasión libra de la muerte. Estad sometidos los unos a los otros, y que vuestros tratos con los gentiles sean intachables, para que de vuestras buenas obras podáis recibir alabanza y a la vez que el Señor no sea blasfemado en vosotros. Porque ¡ay de aquel a causa del cual es blasfemado el nombre del Señor! Por tanto, enseñad sobriedad a todos los hombres, y andad vosotros en ella.

XI. Sentí gran pena a causa de Valens, el cual en otro tiempo era presbítero entre vosotros, a causa de su ignorancia respecto al cargo que le fue conferido. Os advierto, pues, que os abstengáis de la codicia y que seáis puros y fieles. Absteneos de todo mal. Pero el que no puede gobemarse en estas cosas, ¿cómo puede hacerlas cumplir a otros? Si un hombre no se abstiene de la codicia será corrompido por la idolatría y será juzgado como uno de los gentiles que no conocen el juicio del Señor. ¡Cómo! ¿No sabéis que los santos juzgarán al mundo, según enseña Pablo? Pero no he hallado cosa semejante en vosotros, ni la he oído, entre aquellos con quienes trabajó el bienaventurado Pablo, que fuisteis sus cartas al principio (alabados al principio de su carta). Porque él se gloriaba de vosotros en todas las iglesias que eran las únicas que en aquel tiempo conocían a Dios; porque nosotros no le conocíamos todavía. Por tanto, tengo muchísima pena a causa de él y de su esposa, a los cuales el Señor quiera conceder verdadero arrepentimiento. Por lo tanto, sed vosotros también sobrios, y no los tengáis como enemigos, sino restauradles como miembros débiles y descarriados, para que pueda ser salvo todo el cuerpo de vosotros. Porque al hacerlo os edificáis los unos a los otros.

XII. Porque estoy persuadido de que estáis bien versados en los escritos santos, y nada está escondido de vosotros. Pero a mí esto no me ha sido concedido. Sólo que, según dicen estas escrituras: Enojaos y no pequéis, y Que el sol no se ponga sobre vuestro enojo. Bienaventurado es el que recuerda esto; y confío que es así con vosotros. Ahora bien, que el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, y el mismo Sumo Sacerdote eterno, el [Hijo] de Dios Jesucristo, os edifique en fe y en verdad, y en toda mansedumbre y a evitar todo enojo, y en resistencia, y en longanimidad, y en soportar con paciencia y en pureza; y que Él os conceda la suerte y parte de sus santos, y a nosotros con vosotros, y todos los que están bajo el cielo, que creerán en nuestro Señor y Dios Jesucristo y en su Padre que lo levantó de los muertos. Orad en favor de todos los santos. Orad también por los reyes y potentados y príncipes, y por los que os persiguen y aborrecen, y por los enemigos de la cruz, que vuestro fruto pueda ser manifiesto entre todos los hombres, para que podáis ser perfeccionados en Él.

XIII. Me escribisteis, y también Ignacio, pidiéndome que si alguno fuera a Siria llevara consigo las cartas vuestras. Y esto es lo que haré si tengo una buena oportunidad, sea yo mismo o aquel a quien enviaré como embajador en vuestro nombre también. Las cartas de Ignacio que él me envió, y tantas otras cartas como hay en posesión nuestra, os las enviamos, según nos encargasteis; y van incluidas con esta carta; de ellas vais a recibir gran beneficio. Porque hay en ellas fe y resistencia y toda clase de edificación, que pertenece a nuestro Señor. Además, respecto al mismo Ignacio y a los que estaban con él, si es que tenéis noticias fidedignas, dádnoslas a conocer.

XIV. Os escribo estas cosas por medio de Crescens, a quien os encomendé recientemente y ahora os encomiendo: porque ha andado de modo intachable entre nosotros; y creemos que también ha hecho lo mismo con respecto a vosotros. Pasadlo bien en el Señor Jesucristo en gracia, vosotros y todos los vuestros. Amén.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Gracia Costosa



Gracia barata es la predicación del perdón sin requerir arrepentimiento, bautismo sin disciplina eclesiástica, comunión sin confesión; absolución sin confesión personal. Gracia barata es gracia sin discipulado, gracia sin la cruz, gracia sin Jesucristo vivo y encarnado.

La gracia costosa es el tesoro escondido en el campo, por causa de él un hombre irá felizmente y venderá todo lo que posee. Es la perla de gran precio por lo cual, el mercader venderá todos sus bienes.

Es la regla majestuosa de Cristo, por la cual un hombre se sacará el ojo que lo hace tropezar. Es el llamado de Jesucristo, al cual el discípulo deja sus redes y lo sigue. Gracia costosa es el evangelio que debe ser buscado vez tras vez, el regalo que debe ser pedido, la puerta a la cual un hombre debe llamar.

Tal gracia es costosa porque nos llama a seguir, y es gracia porque nos llama a seguir a Jesucristo. Es costosa porque le cuesta a un hombre su vida y es gracia porque le da a un hombre la única vida verdadera.

Es costosa porque condena el pecado y es gracia porque justifica al pecador. Sobre todo, es costosa porque le costó a Dios la vida de su Hijo: “Porque habéis sido comprados por precio;” y lo que le ha costado mucho a Dios no puede ser barato para nosotros.

Sobre todo, es gracia porque Dios no estimó a su Hijo como un precio muy caro que pagar por nuestra vida, sino que lo entregó por nosotros. La gracia costosa es la Encarnación de Dios.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Una reflexion de Hans Kung sobre el infierno: ¡Para pensar!


“Una ilimitada tortura psico-física de sus criaturas, tan despiadada y desesperante, tan insensible y cruel, ¿va a poder contemplarla por toda una eternidad un Dios de amor, y a una con los bienaventurados en el cielo? ¿Necesita realmente tal cosa el Dios infinito, por una ofensa finita (¡el pecado, sin embargo, en cuanto obra del hombre, es un acto finito!) para restablecer su “honor”, como sostienen sus defensores?¿Es Dios un acreedor tan sin entrañas?¿No es un Dios de misericordia?¿Cómo entonces los muertos van a estar excluidos de esa misericordia?¿Y un Dios de paz? ¿Cómo va a eternizar la discordia y la intransigencia? ¿Y el Dios de la gracia y del amor al enemigo?¿Cómo inclemente, va a tomar venganza de sus enemigos por toda una eternidad?¿Qué cabría pensar de un hombre que satisficiese su deseo de venganza con tal intransigencia y avidez?

¿Por qué uno en este caso tiene que atenerse a la letra de la Biblia y tomar por fuerza literalmente la imagen del “fuego eterno”? Oscuridad, llanto, rechinar de dientes, fuego: Toda una serie de duras imágenes para indicar la amenazante posibilidad de que el hombre malogre por entero el sentido de su vida…el “fuego” es imagen de la cólera de Dios, y “eterno”, en el uso del idioma hebreo, griego y hasta moderno, no siempre se toma en el sentido estricto (esto es “eterno”, “esto dura una eternidad”, esto no tiene fin, es indefinidamente largo). Al hablar del “castigo eterno” (Mt. 25:46) del juicio final, se carga el acento en que el castigo es definitivo, decisivo para toda la eternidad, pero no en que la pena durará eternamente. Como en el judaísmo, también en el Nuevo Testamento el tiempo de castigo por los pecados se ve de una manera unitaria: una veces se afirma un castigo eterno, otras se da por supuesta una aniquilación total (“ruina eterna”, 2 Tes. 1:9). También en la historia de la iglesia se ha defendido siempre, junto al dualismo tradicional, la posibilidad de una aniquilación (annihilatio) y de la reconciliación total (restitutio omnium, apocatástasis ton pánton).

Pero cualquiera que sea la interpretación de los textos de la Escritura en particular: En ningún caso cabe afirmar absolutamente la “eternidad” del castigo del infierno” (Küng Hans, ¿Vida Eterna? Ed. Cristiandad, Madrid, 1983, págs.226,227,236,237).

Ojo: Hans Küng no está negando el castigo de los pecadores impenitentes, sólo la eternidad del castigo en el sentido clásico.

Datos personales

Hola soy luciano, vivo en la ciudad de General Alvear Mendoza y tengo 20 años de edad. Soy cristiano desde hace 2 años, me gusta leer la biblia y estudiarla, asisto a una iglesia evangelica, aunque no estoy de acuerdo con ellos en todos los puntos, a pesar de esto compartimos todos una fe en común, en Dios y en Cristo. Este blog esta hecho con la intencion de compartir con otros la esperanza cristiana y biblica sobre la vida eterna y el Reino de Dios, tambien es mi expectativa que mis hermanos en la fe sean bendecidos y puedan madurar como cristianos, ademas de estudiar y examinar con cuidado la sana doctrina y estudiar esos puntos en los cuales nos diferenciamos. La itencion es estudiar la bilbia y que todos puedan aprender de ella, sin sujetarnos a dogmas, sino examinar toda doctrina aceptando unicamente aquella que tenga una base solidamente biblica. Espero que todos los temas tratados sean de crecimientos tanto para mis hermanos en la fe,como para quienes no estan muy familiarizados con la fe cristiana. Que Dios nuestro creador le bendiga guiandole a toda verdad.

Bienvenidos

Este blog esta hecho con el fin de edificar a los hermanos en la Fe cristiana, esperamos que los temas abordados sean de gran ayuda y crecimiento para todos los lectores, asi puedan andar por el camino angosto que nos lleva al Reino eterno de Dios.

Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les bendiga grandemente...